­ ¿CUANDO Y CÓMO SURGIÓ EL BLOG?

Los viajes de Claudia surgió hace un par de veranos, paseando por la playa y hablando de viajes, como no puede ser de otra manera.

Al que viaja le gusta contarlo, y creo todos hemos pasado tardes delante de un álbum, un ordenador o un televisor, viendo las mil fotos del último viaje de un familiar o amigo; otras tantas veces yo misma he sido la “pelma” que no paraba de contar anécdotas o, desde la máxima humildad, dar algún consejo sobre los destinos visitados.

Así que, por qué no contarlo públicamente, y ser realmente de utilidad a alguien que estuviese planeando visitar la zona o quizás dudando entre varios destinos. Yo me fío de los bloggers de viajes.

Generalmente pretendo no contar sólo las típicas cosas que puedes encontrar en cualquier guía y seguramente con más profundidad, sino esos detalles más personales que han marcado la diferencia.

Desierto

­¿NACISTE CON ESE ESPÍRITU VIAJERO Y MOCHILERO O FUE ALGO QUE DESCUBRISTE POCO A POCO?

El espíritu viajero me venía ya completamente de fábrica.

Mi padre lleva obsesionado con viajar desde que, con algo menos de 18 años, decidió salir de su pueblo para recorrer España haciendo autostop. Y ya no ha parado, poniéndose metas cada vez más lejanas.

El saber valorar un viaje, prepararlo, informarse, conocer de geografía, de culturas… esto es algo que nos ha inculcado bien en serio tanto a mí como a mi hermano desde que éramos pequeños. Siendo sólo unos bebés comenzamos a coger aviones, a hacer largas rutas en coches, y viajar y viajar.

No obstante considero que las cosas, aunque te vengan enseñadas de arriba, o te gustan o no te gustan. A mí me encanta viajar, yo creo que cuando empiezas, cada vez conoces más pero a la vez tienes más curiosidad, por eso dicen que viajar crea adicción.

Suecia

­¿CUÁL ES EL PAÍS QUE MÁS TE HA SORPRENDIDO? ¿POR QUÉ?

Aquí no voy a hablar de un país súper lejano ni de una cultura súper remota, sino que le voy a rendir un pequeño homenaje al lugar que me ha acogido desde hace unos meses, siendo para mí la primera vez que vivo en el extranjero: Irlanda.

La Isla Esmeralda era una desconocida para mí hasta septiembre. En mi cabeza la tenía como la hermana pequeña y rebelde de Gran Bretaña y la verdad, nunca le había prestado demasiada atención.

Ahora, por distintas circunstancias me he inmiscuido de pleno en sus tradiciones, en sus horarios y en su gente. Tengo que decir que los irlandeses son tremendamente educados y amables, que siempre están dispuestos a prestar su ayuda si los necesitas, que la cerveza de Irlanda es para deleitarla echando un buen rato, que el té sienta bien a cualquier hora y que la cultura musical que tienen es increíble, sabiendo adaptar los ritmos celtas a otros más modernos sin que pierda autenticidad.

Además, tiene parajes increíbles para los amantes de la naturaleza, castillos de cuento y playas con mucho glamour. Es un destino maravilloso, tanto que ni la lluvia, ni el frío, ni la humedad importan una migaja.

Patrick

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DIME TRES LUGARES QUE TE HAYAN IMPACTADO Y TRES MOTIVOS

Misa Gospel en Harlem: cuando visité Nueva York me tomé un tiempo en elegir una auténtica misa gospel, no las que preparan para turistas. Opté por una iglesia mediana de Harlem y un domingo tras un largo viaje en taxi (se nos echaba el tiempo encima porque en un fallo técnico compré entradas para la Estatua de la Libertad ese mismo día), que incluyó otro enamoramiento de un taxista (soy algún tipo de imán para los taxistas americanos, éste incluso paró el taxímetro y dio mil vueltas hasta dejarme en la misma puerta, y cuando estábamos cerca incluso le dije que ya me bajaba ahí que no necesitaba que siguiera dando vueltas

gratuitamente para dejarme en la misma puerta y aún recuerdo que me dijo, con voz de héroe “te dije que te llevaría y te llevaré”), pero bueno eso es otra historia.

El caso es que cuando llegamos a la iglesia prácticamente no había ningún turista, sólo devotos, y la diferencia se marcaba claramente en el color de piel. Nos sentamos atrás para no molestar y cuando salió el pastor con su familia y todo el mundo empezó a alabarlo, preguntó si para alguien era su primera misa. Nos levantamos nosotros y sólo algunas personas más, y el pastor pidió una canción de bienvenida en nuestro honor, que todo el mundo comenzó a cantar, y él, su mujer e incluso los del coro, bajaron a darnos un abrazo y las gracias por formar parte de su familia. La verdad es que fue muy emotivo y muy auténtico, nada que ver con estas misas preparadas como atracción turística. Eso sí, duró más de tres horas pero mereció la pena cada minuto.

Cataratas del Niágara: la primera vez que monté en helicóptero tenía escasos ocho años y estaba recorriendo Canadá. Sobrevolar las cataratas, en un helicóptero cuyo cristal iba casi de hélice a suelo es algo inolvidable. Adentrarte después en ella en barco, con el agua salpicándote en la cara de lo cerca que estás, llevando un típico impermeable azul… hay que sentirlo, y si lo rematas comiendo en el restaurante giratorio que te permite obtener una vista en alto de 360 grados de esta maravilla mientras llenas tu estómago, no se le puede pedir más a un día.

Niágara-Falls

Mezquita de Abu Dhabi: no hace mucho contaba en el blog cómo viví la visita a esta mezquita, de la que hay que valorar su grandiosidad y belleza a pesar de ser bastante joven. Es tan blanca, con tantas piedras preciosas, tan grande y con tanto oro que te deja con la boca abierta.

Sin embargo, lo que la hizo especial fue que de manera inesperada tuve que vestir abaya negra y pañuelo que sólo dejase ver un poco la cara, porque estaban sumamente estrictos con el atuendo, y menos mal que en previsión el chico que contratamos para que nos desvelara los secretos de la Mezquita Sheik Zayed trajo un par de ellas. Verme allí pasando totalmente desapercibida, integrada e incluso recibiendo alguna mirada de desdén de aquéllas mujeres occidentales que me crucé y que pensaron que era una chica árabe presa en esos ropajes me hizo sentir ese día desde una perspectiva muy diferente.

 

­¿QUÉ 3 COSAS NO PUEDEN FALTAR EN TU EQUIPAJE?

Lo cierto y verdad es que no necesito muchas cosas, y he comprobado que en 10 kilos una persona puede llevar lo imprescindible para pasar una temporada fuera.

De todas formas lo que está claro que tengo que llevar es mi cámara (con todos sus avíos), mis lentillas (sin ellas no veo nada y no siempre es cómodo ir con gafas) y alguna guía en papel creada por mí misma con todos los datos que he reunido tanto en internet como en guías oficiales, etc. donde escribo sitios a los que ir a comer, visitas originales, un planning grosso modo del viaje, vamos.

­ ¿ALGUNA ANÉCDOTA QUE SE PUEDA CONTAR?

Una de las anécdotas viajeras más divertidas que me ha pasado recientemente tuvo lugar hacer unos meses en Marruecos, cuando decidí buscar un Hamman para darnos un baño árabe e integrarnos en la cultura.

Las ideas preconcebidas que tenía de la imagen de baños árabes que tenemos en España me hizo pensar, ilusa de mí, que iba a unas piscinas a diferentes temperaturas.

Cuando llegué, nos dieron dos tangas de papel y un albornoz y nos indicaron que nos cambiáramos (sólo hablaban árabe así que nos comunicábamos por mímica). Yo seguía pensando que iba a una piscina con gente, así que no daba crédito a que nos tuviéramos que poner esa ridiculez, pero hice caso un poco asombrada. No soy especialmente pudorosa pero no creía que Marruecos precisamente fuese tan adelantado en ese sentido.

A continuación nos hicieron pasar a una sala bastante oscura, con vapor y con unos bancos y una fuente, y nos sentamos uno frente al otro, quitándonos el albornoz. De repente vino una señorita, cogió un cubo de zinc, lo llenó en la fuente y se lo lanzó deliberadamente a Ale (menudo sobresalto). Yo no daba crédito. Allí enfrente, con el tanga de papel y mirando el espectáculo de lanzamiento de agua. Me entró la risa porque yo seguía sin entender si esto era un previo para ir limpio a la piscina o qué.

La misma señorita cogió un guante de crin y empezó a “rasparle” entero, con una violencia que yo estaba hasta asustada. Y venga cubo de agua en toda la cara, y venga cubo de agua. Y yo temiéndome lo peor porque veía que yo iba detrás. Y efectivamente así fue. No tuvo piedad, cuando menos te lo esperas, ¿no querías baño? ¡pues toma baño! ¡y buen escamondado con la crin, soltando toda la piel muerta sin que quedase un centímetro sin refregar! (De broma ya contaba después a mis amigos que la piel, en carne viva).

A esto le siguió un enjabonado profundo, de la cabeza a los talones, un baño de pétalos de rosas en los pies, un masaje, un té… una sesión de higiene­belleza inolvidable, salimos de allí con la piel roja pero suave como un bebé, y oliendo a limpio que no veas. Y todo por unos diez euros por persona.

Después entendí que los verdaderos Hammanes son lavatorios, salas con vapor, con fuentes, donde las gentes iban a bañarse antaño. Y claro ya tuvo más lógica todo, pero imaginaros nuestras caras allí en tanga con un fregoteo de hora y media y pensando a cada minuto: pero cuándo vienen las piscinas, pero dónde se ha metido la gente, ¿iŕan también en tanga?, dónde está aquí el relax… literalmente flipando ante nuestro desconocimiento; muy divertido.

 

¿VIAJAS CON SEGURO DE VIAJE? ¿POR QUÉ?

He de reconocer que suelo arriesgarme e irme de valiente en escapadas cortas, por España, Europa, etc. Pero para un viaje largo o lejano no me lo pienso: contrato un seguro de viaje.

Un imprevisto que podría quedar en anécdota se puede transformar en un problemón por querer ahorrarnos unos eurillos. No merece la pena. Uno siempre viaja más relajado cuando sabe que ante algún incidente tiene un respaldo detrás suya.

Corintio

 

­¿QUÉ TE GUSTARÍA DECIR A QUIENES NO SE HAN LANZADO A DESCUBRIR EL MUNDO?

Soy consciente de que para gustos, colores, y que habrá gente a quien no le guste viajar, pero aún así no deja de sorprenderme. Yo personalmente tengo una curiosidad, un afán con conocer que espero no se apague nunca.

No hay excusa para no viajar, no tiene por qué ser caro, ni peligroso, ni cansado, el viaje lo dibuja el viajero y lo adapta a sus necesidades y apetencias, así que si te gusta, no debes retraerte, y si dudas, pruébalo, no pierdes nada y puedes tener muchísimo por ganar.

“A la vista no le pongas fronteras”. Mi padre.