Comer es algo que hacemos al menos tres veces al día. Y viajando muchas veces comemos más que en casa, a veces más y mejor. Aunque siempre, al final del viaje, estamos deseando regresar para volver a comer como en casa.
Hay experiencias que pueden estropear el mejor almuerzo y de eso se trata este artículo. De darte un par de consejos para que el hueso de pollo no se te atraviese o el tequila no se vaya por el otro lado de la garganta. Consejos para comer por el mundo, pensados para viajeros con un presupuesto ajustado.

En cualquier caso, desde IATI siempre recomendamos que contrates antes de viajar un seguro médico de viaje internacional apropiado.

Consejos-para-comer-por-el-mundo-para-viajeros-low-cost
No tengas miedo y pregunta. Hay restaurantes que tienen menús sin precio. Y no es casualidad, lo hacen sabiendo que los clientes son tímidos y muchos no se atreven a preguntar el precio para no quedar mal.

Pregunta dos veces. A veces el menú no está actualizado o te quieren cobrar por extras que no has pedido.

Paga antes de comer. De ese modo no habrá dudas de lo que has pedido y no te harán pagar más al terminar la comida. En Uzbekistán, y tras ya seis años de viaje, me quisieron cobrar por la música. No, no había una orquesta tocando música tradicional mientras yo cenaba. Era la música que salía de la radio.

Si no entiendes el menú porque está escrito en un idioma que desconoces date una vuelta por el restaurante para ver lo que otras personas están comiendo. Llama al camarero y dile que deseas ese mismo plato que alguien está comiendo. Y si no hay comensales acércate a la cocina. Si el restaurante es pequeño es posible que hasta te dejen levantar la tapa de las ollas para ver qué se está cocinando.

En caso de que viajes con la casa a cuestas, mochila o bici, usa tus propios cubiertos. Nadie más que tu se los ha metido en la boca y los del restaurante han pasado por medio pueblo.

Sonríe. Siempre ayuda a que la comida que venga en tu plato esté cocinada con amor. Además le caerá mucho mejor a tu estómago.

Durante más de once años he comido fuera de casa, viajando por el mundo. Tan sólo al principio acumulé tantas diarreas que llevaba un contador de ellas en mi web, al lado de los pinchazos. La diarrea no es más que un pinchazo en el estómago. Pero ahora mi estómago se ha hecho fuerte. El secreto es ir probando la comida local, en pequeñas dosis, para que tu cuerpo se acostumbre, y llevar siempre un buen seguro de viajes con una elevada asistencia médica en el extranjero.
Recuerda que un viaje ha de serlo en todos los sentidos. Uno no viaja sólo con los ojos y el oído. También se viaja con el gusto. Si sales de viaje para comer en un McDonalds es como si te hubieras quedado en tu ciudad. Arriésgate y prueba cosas nuevas. ¿Recuerdas ese plato de arroz y pescado que ahora es tu favorito? El primer día que lo probaste tuviste valor, no lo pierdas y sigue intentando nuevos sabores.

 

Desde la ruta, día 4.065 de la vuelta al mundo, Álvaro Neil, el Biciclown.