La Bretaña francesa es un lugar mágico, con bosques habitados por hadas donde tuvieron lugar las leyendas de valerosos caballeros, como los que acompañaron al Rey Arturo y al mago Merlín. También es un lugar lleno de pueblos con encanto, donde las flores y las fachadas de las casas te transportan a otra época. Una tierra rodeada por el mar, donde los escarpados acantilados y el poderoso oleaje se conjugan en un espectáculo precioso. ¿Qué, aún no tienes ganas de viajar a la Bretaña francesa? Bueno, pues desde IATI seguros de viaje , vamos a contarte qué ver y hacer en estas tierras galas para que te sobren razones para visitarlo.

La lista de pueblos, castillos, bosques, acantilados y otros lugares de interés sería interminable, por eso la siguiente selección es una buena base con la que planificar una ruta de una semana por la Bretaña francesa.

Vitré

Empezamos con una ciudad que tiene muchas de las cosas que uno espera cuando va a la Bretaña, un castillo medieval bien conservado, calles adoquinadas y esas características fachadas con entramado de madera adornadas con flores.

Josselin

Una de las localidades más conocidas y visitadas de la Bretaña es Josselin. Su imponente castillo frente al río compone una de esas estampas más famosas de la región. Pero no solo eso, hay otros lugares de interés como la basílica de Notre Dame du Roncier, la plaza de Notre-Dame, sus calles o su Ayuntamiento.

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Fougères

Si hablamos de la Bretaña, inevitablemente también hablamos de castillos medievales. Pese a que la fama de estas construcciones francesas se la lleva el Valle del Loira, Fougères cuenta con la fortaleza más grande de toda Europa en buen estado de conservación.

Dinan

Con un casco antiguo amurallado, esta localidad francesa cuenta con uno de los mejores miradores que puedes encontrar en toda la Bretaña. Detrás de la Basílica Saint-Sauveur, desde el jardín inglés, se pueden disfrutar de unas vistas preciosas del río Rance a su paso por la ciudad.

Saint-Malo

La ciudad corsaria por excelencia es una parada obligada en una ruta por la Bretaña francesa. El centro histórico resguardado detrás de su gran muralla y sus fortalezas defendiendo la entrada de enemigos por mar, hacen que esta ciudad bretona tenga ese carácter tan peculiar y con tanto encanto.

Pontrieux

Esta pequeña localidad no es tan conocida como otras de la región, pero merece la pena visitarla aunque solo sea por disfrutar de un agradable paseo por la orilla del río Trieux. El mimo y buen gusto con el que sus vecinos han llenado de color las casas ribereñas es innegable.

Ploumanac’h

No todo van a ser pueblos con encanto o castillos medievales. La Bretaña francesa cuenta con espacios naturales tan bellos como la peculiar costa de granito rosa de Ploumanac’h.

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Locronan

Catalogado como uno de los pueblos más bonitos de Francia, este pueblo del oeste de la Bretaña es diferente a la mayoría de las localidades de esta región. Tiene la peculiaridad de que en todas las edificaciones el material predominante es la piedra, por lo que no posee esos característicos entramados de madera de las fachadas. Esta singularidad no es para nada un defecto, sino una de las peculiaridades que hacen de este pueblo otra parada obligada en un roadtrip por la Bretaña.

Pointe du Raz

Es uno de los acantilados más famosos de la Bretaña y, por ende, del Finisterre francés. Hay también otros destacables como Pointe de Pen-Hir, pero es éste el que se lleva la fama; de forma bien merecida, eso sí. Con unas corrientes marinas que ponen en aprietos a los capitanes de barco más experimentados, un faro azotado por el oleaje que es todo un icono y unos acantilados que son un espectáculo visual, este lugar es otro punto a tener en cuenta si se quiere cambiar de tercio y no solo visitar localidades.

Concarneau

Lo más destacado de esta localidad es la Ville Close, la ciudad fortificada que se encuentra en un islote en medio de la bahía. Tiene ese aire corsario que se ve también en Saint-Malo, pero a mucha menor escala. Se puede visitar rápidamente gracias a su pequeño tamaño, pero esto también hace que los turistas llenen sus calles en las horas punta.

Vannes

Seguimos con localidades amuralladas, pero en este caso hablamos de una de las más bellas de toda la región. Su muralla, que ha visto pasar más de 1500 años (se dice que sus inicios datan del siglo III), es el principal atractivo de esta localidad, en el que se integran otros como los lavaderos, la torre del condestable y castillo de l’hermine.

Rochefort-en-Terre

El que fue elegido el pueblo más bonito de Francia en 2016, es una de las paradas obligatorias en todo viaje a la Bretaña. También tiene otros galardones como “Pequeña ciudad con carácter” o “”Villa florida”. Vamos, que premios y reconocimientos no le faltan. Pasear por sus calles, sin rumbo, simplemente disfrutando de lo que ves, es un auténtico placer.

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Bosque de Brocéliande

¿Conoces las leyendas del mago Merlín o del rey Arturo? Pues bien, si vais a Brocéliande podréis ir a visitar la tumba del insigne mago y caminar por uno de los bosques más bonitos del país.

Extra: Mont Saint-Michel

Oficialmente pertenece a la región de Normandía, pero sería imperdonable no acercarse esos pocos kilómetros que separan Bretaña de uno de los lugares más mágicos de toda Francia. Esta isla, acosada por fuertes mareas, está dominada por la imponente abadía que crea el perfil tan característico de este conjunto arquitectónico.

Más cosas que hacer en la Bretaña francesa

Te hemos dado un montón de lugares con los que poder hacer un buen roadtrip por tierras bretonas, ahora es el momento de que te digamos qué puedes hacer para disfrutar aún más de la experiencia.

Callejea

Algunas localidades tienen grandes catedrales o algún monumento digno de mención, pero lo más bonito de los pueblos bretones es perderse por sus calles, rincones y plazoletas. Las fachadas de las casas, las calles adoquinadas y los adornos florales son en si un espectáculo.

Come y bebe

No te puedes ir de la Bretaña francesa sin probar su deliciosa gastronomía. Uno de los platos más famosos son las crêpes y las galettes. Las crêpes están hechas con harina de trigo y suelen utilizarse para recetas dulces, mientras que las galettes están hechas con harina de trigo sarraceno y son mayoritariamente para recetas saladas. Las hay de mil sabores y si te lo propones podrás desayunar, comer y cenar crêpes y galettes.

En una región con tantos kilómetros de costa, los productos del mar son de calidad y de gran importancia en su recetario. Ostras, almejas, vieiras y los conocidos moules-frites (mejillones con patatas fritas) lo verás ofertados en muchos de sus restaurantes.

La mantequilla en esta zona es una auténtica delicia, tanto la mantequilla salada artesanal que te puedes echar en una rebanada de pan tostado, como la utilizada para postres. Un ejemplo de postre tradicional que debes probar si viajas a esta zona de Francia es el Kouig-Amann, que en bretón significa tarta de mantequilla. Una auténtica delicia para los golosos, pero también una bomba calórica.

No solo hay buenas opciones en la comida, también hay bebidas típicas de la zona bastante destacables. Aparte de cervezas artesanales de gran calidad, la sidra bretona es otra de las cosas que hay que tener en cuenta y probarla antes de dejar la región. Para los más curiosos hay una alternativa a la Coca-Cola, la Breizh Cola. Esta cola hecha en la Bretaña tiene bastante aceptación entre los locales, llegando a quitar una cuota de mercado significante al gigante americano.

 

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Disfruta del mar y de los bosques

Aunque lo más famoso de la Bretaña francesa son sus pueblos con encanto, hay un montón de opciones para que los amantes de la naturaleza y el senderismo disfruten de lo lindo.

La costa de esta región del país es un auténtico espectáculo, tanto por las formas y colores de sus acantilados, como por el mar que les rodea. Algunos de los puntos más destacables son el Cap Fréhel, el castillo Fort-la-Latte, la lengua de arena conocida como el Sillón de Talbert, la costa de granito rosa cercana a Ploumanac’h, Pointe de Pen-Hir o Pointe du Raz.

 

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Hay un camino por el que se puede recorrer toda la costa a pie, que va desde la bahía del Mont-Saint-Michel hasta la presa de Arzal, en Morbihan. Se le conoce como el “sendero de los aduaneros” o GR 34 y bordea toda la costa bretona a lo largo de más de 1800 kilómetros. Obviamente no es necesario recorrerlo entero (aunque existe a posibilidad), pero sí se pueden hacer algunos tramos para disfrutar de algunas zonas concretas.

Si prefieres los bosques para hacer senderismo, también tienes dos buenas opciones en la Bretaña, el bosque de Huelgoat o el bosque de Brocéliande. Ambos están cubiertos por una vegetación exuberante y son el escenario de un montón de leyendas.

Artículo escrito por Alberto Hernáiz González, de Notas de un viajero