Finalmente ha llegado la fecha en la cual nos toca dejar Irlanda. Pasaron dos meses volando. Dos meses en los cuales nos hicimos una nueva familia, nuevos amigos. Muchas personas que nos va a costar dejar. Una vez más en esta vida, nos encontramos frente a la difícil decisión de dejar todo lo conocido para ir a lo desconocido, de dejar esta nueva zona de confort, para salir al mundo que está allí afuera esperándonos.  Si bien es algo difícil, y nos cuesta, tampoco podemos dejar de pensar en todas las cosas que tenemos por delante. Va a ser un año diferente al pasado, donde conoceremos lugares nuevos, pero sobre todo personas, que es lo que nos llevamos en esta vida.

Luli y Coco

En este último tiempo un aire de melancolía invade la casa. Sabemos que pronto nos separaremos y que no sabemos cuándo nos vamos a encontrar de nuevo. Porque, si bien ya hemos pasado por esta situación, como cuando dejamos a nuestras familias, en aquel entonces sabíamos que tarde o temprano nos reencontraríamos. Pero cuando dejas a una persona que, sin conocerte, te lo dio todo, que te ayudó de todas las maneras que estaban a su alcance, y que realmente no sabes si te reencontraras. Las cosas cambian.  Uno cambia.  No obstante, considero que es, justamente este cambio, el que tanto aporta a este viaje. Los Luli y Coco que dejaron Argentina hace un año y tres meses, ya no son los de ahora. Un cambio muy gratificante, que nos hace mejores personas y nos enseña a valorar el ahora.

Hemos pasado por muchas cosas a lo largo de este pequeño pero largo viaje, muchas situaciones que las hemos podido afrontar gracias a las personas que hemos conocido. Compramos un coche viejo sin saber de mecánica, pero un hombre sin apenas conocernos, nos acompañó a verlo. El dueño del coche, bajó el precio para que podamos comprárselo, nos chocó un camión y gracias a un milagro, no nos pasó nada. Perdimos toda nuestra documentación y tarjetas de la manera más torpe, y muchas cosas más. Todos estos desafíos, no los superamos solos, sino que siempre tuvimos a alguien que nos ayudó a seguir para adelante, que nos mostró el camino, que nos dio esa mano que tanto precisábamos. Personas que nos ayudaron a no bajar los brazos. Estas personas que recién conocemos, estos extraños, muchas veces nos han brindado más ayuda que gente que conocemos de toda la vida. Es por eso, que ahora me rio de las personas que me han dicho “Tené cuidado, el mundo está lleno de personas peligrosas y malas, los pueden secuestrar, violar, hasta matar” No quiero decir, que por esto todas las personas sean buenas, pero sí que estoy segura que somos más los buenos, que los malos. Somos más las personas con ganas de ayudar, que con ganas de perjudicar.

Se me viene un recuerdo mientras escribo esto. En Francia, en algún pueblecito a las afueras de Tours, nos encontrábamos juntando agua de un rio para darnos una ducha. Mientras llenaba nuestra ducha portátil, se nos acerca una señora con su hija y se nos pone a hablar. No podíamos entenderle una palabra de lo que nos decía, y nos hacía movimiento con las manos. Pensaba que estaba enojada, porque sacábamos el agua del rio. Le tratamos de explicar que solo queríamos agua para ducharnos, que nos encontrábamos de viaje. Nos comenzó a repetir una y otra vez la misma frase, luego tomo la bolsa y la vacío y nos hizo señas de que la siguiéramos. Sin saber muy bien que hacer, optamos por volver al coche y seguirlas. Fuimos hasta una casa, y al cabo de un rato volvió con la ducha con agua caliente, y dos vasos de Coca-Cola bien fría. A esta altura, ya super confiados, la seguimos a la casa, donde nos preparó unos ricos sándwiches, patatas fritas, nos llenó nuestras botellas con agua, y nos dio mucha fruta. Luego nos dijo “Bon Voyage“, nos despedimos, y seguimos viaje. Esta señora, sin conocernos, sin saber de nosotros, y en Europa que muchas veces la gente piensa que ya no quedan personas confiadas, con ganas de ayudar, vio que nos podía dar una mano y no lo dudo.

Por casos como el que acabamos de contar, por historias nuevas, por más amigos, por más risas, es la razón por la que viajamos. Son estas pequeñas actitudes, las que nos muestran que todos los días puede pasar algo nuevo. Lejos estamos de querer contar países, es más no tenemos idea de por cuantos hemos pasado. Queremos conocer personas, nuevas culturas y aprender de ellas para poder ser así, la mejor versión de nosotros mismos. Queremos dejar huellas  en las personas, como ellos lo hacen en nosotros.