El color explota en las tiendas de la isla de Djerba: desde los pañuelos hasta los platos de cerámica pasando por las especias y su barrera natural de algas verdes, Djerba es la expresión máxima del color. Si en Sidi Bou Said el azul es el rey, en Djerba hay una corte de colores que saltan a la vista, dándole una explosión de vida a la isla. Anímate a visitar Djerba, la isla de más famosa de Túnez.  ¡Y lleva siempre tu seguro de viaje internacional!

La llegada a Djerba

La cercanía de la isla de Djerba, la más grande del norte de África, al continente hace que sea posible llegar hasta allí cruzando un puente que ya existía en época de los romanos hasta El Kantara, en el sur de la isla. Por supuesto siempre existe la clásica opción de montar en ferry para viajar hasta la isla desde muchos puertos de Túnez, como el de Jorf justo frente a Djerba. Cada opción tiene sus pros y sus contras: en el ferry el trayecto es más corto, pero las colas para subir al barco pueden bloquearte durante horas, en cambio, el trayecto por carretera es más largo pero no hay que esperar para hacerlo.

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Vamos, que si Ulises fue capaz de pasar por allí, además de los cartagineses, los antiguos romanos y los bizantinos, no va a ser un ferry o un rodeo lo que te impida llegar a ti. En cualquier caso, si ninguna de las dos opciones te convence, siempre podrás llegar en avión hasta el aeropuerto internacional de Yerba-Zarzis en la propia isla.

El zoco, el lugar donde fluye la vida

Como en todos los países árabes, el centro de la vida de la isla de Djerba es su zoco –en los países europeos es la plaza del mercado–. El de Djerba se llama Houmt Souk y, a base de turismo extranjero, ha perdido parte de su encanto original. Como en otros zocos de Marruecos o de Egipto, en el Houmt Souk tendrás la sensación, en más de una ocasión, de ser un dólar con piernas que los comerciantes se rifan para venderte sus recuerdos. A pesar de eso, sigue existiendo ese encanto antiguo, esa esencia que hace que pasear entre los puestos –siempre sin demostrar mucho interés para que no salgan a perseguirte tratando de vender– siga siendo una experiencia que no te puedes perder.
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Eso sí, como en cualquier zoco del mundo, si encuentras algo que te llame la atención y que quieras llevar de regreso a casa: mucha calma y perpárate para regatear.

La fortaleza de Djerba

La historia de la fortaleza de Djerba, Borj El Kebir, muy cerca del zoco, comienza con los romanos y continúa durante siglos. Se la conoce como la “fortaleza española” a causa de los enfrentamientos que tuvieron lugar aquí en el siglo XVI entre españoles y otomanos.
Pero, dejando de lado el recuerdo de toda la sangre derramada en sus muros, la fortaleza merece una visita por su buen estado de conservación y por las vistas de la ciudad que se encuentra a su costado y de la costa que protegía.

Alfareros en Guellala

Al sur de la isla se encuentra la ciudad de Guellala con gran tradición alfarera. Son muchos los pequeños –y grandes– talleres de maestros del barro en esta zona. Tal es la fama de sus artesanos que muchas de las piezas de cerámica que se venden en todo Túnez salen de aquí, o dicen que salen de aquí.
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Playas en Djerba

Su historia, sus tradiciones, sus artesanos… no son, únicamente, los que han convertido a la isla de Djerba en un destino turístico: son sus playas de arenas de doradas. Con más de 100 kilómetros de costa son muchos los puntos en los que disfrutar de las aguas del Mediterráneo con las comodidades de hoteles de lujo. Las mejores se encuentran en el lado este de la isla: la playa de Sidi Mahrez, la de El Hachen, de la Seguia… son el lugar ideal para descansar y relajarse con el sonido de las olas.
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Djerba, no te la puedes perder!
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